A veces, cuando uno mira hacia el futuro se siente pesimista, otras veces se siente optimista, yo suelo ser de los pesimistas. No obstante hoy os traigo un poema alegre, quizás no tanto en por la esperanza, sino por la certeza de que es mejor emprender el viaje que quedarse uno preguntándose qué podría haber sido.
A orillas del mañana
Sentado a orillas del mañana
veo pasar los barcos,
partiendo hacia la nada
cargados de sueños prestados.
Uno lleva mi nombre.
Cascarón sin motores
que la corriente lleva
a lugares mejores,
con la luz de una inteligencia eterna,
a lugares tal vez peores,
con la mediocridad de compañera.
Mi pequeña goleta.
Sólo con mis pulmones
puedo yo hinchar tus velas,
para que te lleven veloz
a donde se bañan los hombres
en la luz de la luna llena.
Solo tengo mi voz,
para llevar mi verso al horizonte
mi prosa a las estrellas,
para oponerme al temporal feroz,
para gritar mi nombre.
Mi balandra viajera.
No sé en que puerto arribarás,
pero hoy prefiero cruzar los mares
quizás incluso naufragar,
que suspirar y preguntarme
este viaje ¿dónde acabará?
(06/03/15)