Autopsia de «El príncipe y la rosa encantada»

La segunda de las autopsias en lo que va de blog, que es prácticamente nada, espero que resulte interesante. (2 páginas)

Historia: Este poema lo escribí con una doble intención. En primer lugar, darle la vuelta a la clásica historia de amor de toda la vida, y añadirle de este modo una pizca de mi estilo, y en segundo lugar reflejar una de las realidades que, desde mi punto de vista rodean al ente físico, metafórico y abstracto que es “mi” rosa. No terminé de estar satisfecho del poema ya desde el primer momento y tengo pendiente escribir otro con una temática similar, pero puliendo las asperezas y retocando alguna que otra cosa… De eso hace ya más de un mes.

Nacimiento: En este caso la idea de partida, inspirada por un videojuego, resulta bastante evidente y es la propia historia narrada, el príncipe que se encuentra con el poeta, que está un poco loco, y le guía hasta una princesa donde, tras rescatarla, ni vivieron felices ni comieron perdices, si no que el príncipe se convierte en un nuevo dragón a la espera de que el próximo príncipe le de muerte. Los personajes son sencillos, y como ya dije, dos de ellos aparecen, hasta donde tengo memoria, en este poema. Estoy hablando del príncipe con final infeliz y el poeta cínico.
El personaje del poeta puede asociarse tanto en este como en casi cualquier otro poema de corte heroico a la figura del ermitaño, también una de mis favoritas. Es aquel que sabe como terminarán las cosas pero no hace nada por cambiarlas, deja que estas sigan su curso y se regocija con las consecuencias. Se podría decir que es un antiguo soñador que ha recibido los suficientes palos como para entender la trampa que esconden los sueños. En esa línea el poema es una crítica al amor romántico, del romanticismo.
La idea de una princesa cualquiera también es una crítica a la idea idealizada del amor romántico, el príncipe, incluso en los cuentos, y esto es lo más divertido, no busca a aquella princesa, si no que busca a una princesa, y la del cuento es con la que se cruza primero. Es una idea que siempre me ha parecido descorazonadoramente graciosa, y que puede disfrutarse en la vida real con sólo escuchar a algún Don Juan intentando hacer parecer a su amada especial, aún cuando ella misma sabe que es una más del montón.
Por otra parte y como ya adelantaba en la historia tras el poema, existe una verdad fundamental que atañe a todas las musas, y por extensión a la única que he podido conocer “mi” rosa. Si se trata de arrancar y poseer una rosa pueden suceder dos cosas, que no lo consigas y acabes por volverte loco por el dolor de las espinas clavadas en tus manos, o que lo consigas y la flor termine por mustiarse y perder toda su magia. A fin de cuentas ¿Cuánto tiempo vive una rosa en un jarrón? Es por ello que el poeta, sabedor de esto rehúye siempre de caer víctima de la rosa encantada y se limita a observarla, admirarla, y entenderla desde la lejanía.


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