Autopsia de “Punta de lanza”

Así, siguiendo las normas autoimpuestas de este blog, al día siguiente de la publicación del hasta ahora post más largo del mismo, aquí tenemos la autopsia, que promete, al menos, ser mucho más breve y ligera que el texto que analiza. (2 páginas)

Historia: Este relato está ambientado en el mundo de “Mil historias” una prosa que escribí hace ya bastantes años, pero que forma parte de mi imaginario personal a un nivel bastante profundo. El relato en sí mismo no está dentro de la trama de “Mil historias” si no que presenta como se conocieron dos de los personajes centrales de la obra en cuestión.
Lo cierto es que, como ya decía en la introducción del relato, me he visto obligado a escribirlo, ya que, hace un par de semanas me asaltó la idea central del texto, el sabotaje de la nave, y desde entonces le he estado dando vueltas. Además, Monti y sus ideas de armas de ciencia ficción, a quien le debo el rayo de neutrones que aparece en la historia, no ayudó particularmente. En resumidas cuentas que un viejo fantasma llamó a mi puerta y no pude echarlo hasta haberle complacido, típico de los fantasmas supongo.

Nacimiento: Partiendo de la primera escena, en la que Héctor se deja capturar por el destructor, y sabiendo que el destructor tenía que terminar destruido, todo lo demás fue viniéndome a la mente de forma bastante lineal. El haberlo escrito de una sentada hace que no haya podido complicarme demasiado la existencia con la trama, si bien sí sufrió mutaciones.
En mi idea original, el relato contenía algo más de acción, y mostraba a un Héctor algo más militarizado, por decirlo de algún modo, pero a medida que iba imaginándome las situaciones me daba cuenta de la inviabilidad de ese enfoque. Precisamente uno de los errores de los que quiero alejarme respecto de mis comienzos es la súper heroicidad de los personajes, capaces de hacer cualquier cosa. Por ello, y pese a que en algunos momentos la tentación fue grande, preferí mantenerlo como una historia de sabotaje e infiltración discreta, sin demasiada muerte y disparos.
En concreto la escena de la sala de seguridad informática fue la que más problemas tuve para escribir, ya que fue en ella donde se libró la cruenta e íntima batalla de que os hablaba antes entre convertir a Héctor en Rambo, y dejarlo en alguien infiltrado. Esta escena tuve que escribirla tres veces ya que a raíz de la queja de Rosa, una parte de mí se vio obligada a incluir una escena de violencia sin sentido. La primera redacción incluía la aparición de unos técnicos informáticos a los que matar. Deseché esta idea por dos motivos. Primero, los ordenadores de un Data center no están dispuestos de manera que permitan emboscadas. Y segundo, a poco que entren un puñado razonable de ellos, alguno daría la alarma. La segunda vez dispuse la entrada de un guardia armado, fácilmente eliminable, y que les permitiría conseguir un arma de fuego… o de láser. Esta segunda idea la deseché también por dos motivos. El primero, los guardias van en parejas o en pequeños grupos, no solos, y aunque fueran solos, alguien notaría que un patrulla no pasa por los puntos de control a su debido tiempo, lo que despertaría sospechas. El segundo, y algo más estructural de la trama ¿Para qué quieren Héctor y Rosa un fusil láser? La respuesta, a menos que tengas intención de montar un tiroteo tipo salón del oeste, para nada. De modo que al final quedó todo en lo que veíamos ayer en el relato.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *