Aprovechando que el cadáver aún está fresco, os presento la autopsia del poema de ayer con las acostumbradas 24h de diferencia desde la comisión del texto. (1 páginas)
Historia: Iba en tren, y me vino a la mente la imagen de los raíles arrojando chispas con el roce de las ruedas, y de esa inocente imagen brotaron y asaltaron mi mente toda una serie de imágenes complejas, relacionadas en muchos casos con cosas que creía haber dejado atrás para siempre. No puedes huir del pasado, alguien me dijo que esa era la moraleja de no recuerdo qué gran clásico. Por abreviar, y aunque me imagino que todo el mundo se ha dado cuenta ya, pero se trata de recuerdos de la infancia que no son en absoluto agradables, y si alguien se pregunta qué tienen que ver los trenes, sólo decir que mi padre es maquinista.
Lo cierto es que me extrañó considerablemente esta especie de recesión, y supongo que no es casualidad que se produzca justo después del incidente del que hablaba en el último poema. Los errores del pasado hacen recordar los horrores, o algo así que suene bien. Sea como fuere esta es la historia tras el poema, recuerdos olvidados en las profundidades del yo, y un detonante tan estúpido como ir montado en tren.
Nacimiento: Las primeras dos estrofas fueron las que escribí montado en el propio tren, ya entonces me di cuenta de la temática central del poema y me quedé extrañado, después lo dejé aparcado hasta el miércoles de esta misma semana cuando lo terminé sin proponérmelo.
Estaba sentado frente a mi ordenador y me dispuse a escribir un poema. Es algo que hago de vez en cuando, aún si no estoy verdaderamente inspirado. A veces funciona, a veces te quedan un par de estrofas que sigues más adelante, a veces terminas tirándolo todo por la borda y habiendo perdido miserablemente el tiempo, la vida del poeta tiene estas cosas. El caso es que escribí las siguientes tres estrofas (dos estrofas y el pareado) del poema. No fue algo intencionado, pero cuando me di cuenta de que el tema de lo que estaba empezando era la resiliencia (capacidad para sobreponerse y superar situaciones psicológicamente complicadas) y que no se me ocurría cómo seguir, se me encendió la bombilla.
En conclusión, que habiéndome visto sorprendido por una trampa del subconsciente terminé el resto del poema de manera bastante fluida, con el monje como metáfora de mi estado actual, y las escenas de hierro, chispas, y raíles como recuerdos del pasado.
Curiosidades: No hay en realidad ninguna curiosidad referente al propio texto, pero escribiendo la autopsia no puedo dejar de acordarme de una profesora universitaria que fue quien nos habló en clase del concepto de resiliencia, y con quien he hablado alguna que otra vez sobre este y sobre los beneficios del arte como vehículo de expresión en el susodicho proceso. Dado lo que acabo de decir supongo que lo más propio es dedicarle, por extraño que pueda ser, esta autopsia.
Y hasta aquí el análisis de un texto complicado desde un punto de vista personal. Espero que todos tengáis un buen fin de semana.
Estaba intentando leer para el instituto «l’antologia de la poesia catalana» (no os lo recomiendo, es infumable) cuando decidí leer un poco de poesía de verdad 😉
Muy chulo el poema, y la verdad (como era de suponer) la autopsia no me revela nada nuevo. Me ha hecho «gracia», por así decirlo, la metáfora de el pez payaso y la anémona, no me preguntes porque.
¡Nos vemos!
Por cierto estoy totalmente de acuerdo sobre la antología de la que hablas… yo también tuve que sufrirla…. ánimo y adelante.