Ya hacía algún tiempo que no teníamos poesía en el blog… ni tampoco autopsias poéticas… por suerte esa época llegó a su fin. (1 página)
Historia: Todo empezó una noche de luna llena, porque la luna nunca ha estado vacía, en la que estando yo tumbado en junto a mi leona nos dio por empezar a rememorar viejas historias sentimentales, tanto en común como personales propias. Sé que puede soñar extraño, pero cuando se ha pasado ciertos tiempo con una persona estas cosas empiezan a convertirse en una costumbre. El caso es que apareció en la conversación la mujer a quien dedico este poema, y que no tiene un precioso apodo porque nuestra relación, aún cuando intensa, fue muy breve. En cualquier caso fue en ese momento cuando me di cuenta de que no recordaba como besaba la fémina en cuestión, la leona y yo comparábamos experiencias en ese sentido con diferentes colaboradores y colaboradoras (no es que sea un feminista extremo de los que van diciendo los/las… simplemente quiero dejar claro la dualidad de género para este caso concreto). Sea como fuere ese fue el punto de partida, la chispa inicial que dio lugar al nacimiento del poema que hoy despedazamos.
Nacimiento: La imagen original del poema es la de la última estrofa, ya hacia tiempo que estaba por dar a la mujer que inspiró el poema el nombre de diente de león, porque son ya dos veces que tras compartir un cierto tiempo, más o menos carnal dependiendo de la vez pero siempre íntimo desde un sentido emocional, desaparece sin previo aviso, de la noche a la mañana, y sin dejar rastro alguno. Además, para los amantes de la astronomía la chica es leo, igual que la leona, por lo que el chiste con la flor era doble. En última instancia la flor le fue denegada debido a su desaparición. Puede parecer un contrasentido, pero el número de flores es limitado, y el de flores relativamente conocidas por la gente más todavía, por lo que, y dado que pretendo conservar la costumbre de asignar a cada mujer importante una de ellas, las concedo de forma bastante precavida.
A partir de ese punto todas las imágenes fueron surgiendo de manera bastante natural. El poema refleja de manera bastante clara nuestra relación, sobre todo en el aspecto concreto de su intermitencia…. Otras partes de nuestra relación están tratadas en otros textos de corte quizás más apasionado.
Curiosidades: La imagen de la penúltima estrofa fue inspirada por un comentario de mi rosa sobre su propia nostalgia cuando le comenté la temática del poema que estaba escribiendo.
La escena de mí tomando una copa con Caronte en el infierno me vino a la mente a raíz del relato Una mirada racional, que en ese momento estaba pensando, y del cual tenía la escena que transcurre en un bar en otro pedazo de mi mente… Supongo que los compartimentos no eran estancos después de todo.
Y ya está, una autopsia sencilla para un simple poema de una tarde de marzo. Espero que os haya gustado.