Autopsia de “Resurrección”

Esta autopsia no sigue el esquema que hasta ahora acostumbraban a seguir las autopsias por dos motivos. En primer lugar porque, como ya dije he dejado de lado ese esquema, y en segundo lugar porque no me pareció apropiada en absoluto para esta en concreto. Es un poco larga, pero espero que os resulte interesante ver el proceso que seguí para crear el relato, así como parte de las interioridades del mismo. (2 páginas)
Nacimiento: Poco puedo decir acerca de los motivos que me llevaron a escribir este relato en concreto. Héctor fue mi primer personaje, y nació hace muchos años, cuando yo estaba al principio de la pubertad. Desde entonces ha pasado por bastantes altibajos, principalmente el hecho de que dejé de escribir prosa durante cuatro años, por lo que quedó enterrado en mi mente.
No obstante eso es un personaje que nunca ha caído en el olvido, y cuya personalidad, si bien no se puede decir que haya cambiado especialmente desde sus orígenes sí ha evolucionado y madurado bastante. Por pomposo que pueda resultar, contar la historia de Héctor, y de todos aquellos que he ido vinculando a él a lo largo de los años es una de mis principales inquietudes literarias, y sin duda mi principal meta en el mundo de la prosa.
En ese contexto “Resurrección” no es más que un capítulo de la primera parte de la historia de Héctor, el final del principio por decirlo de algún modo, ya que aunque se presente en primer lugar narra los hechos que, cronológicamente, ocurren en último lugar en “Las Cenizas del Fénix” conjunto de tres relatos que narran las vivencias de Héctor Celaya que le llevan a convertirse en el Fénix Azul. Honestamente, el único verdadero motivo por el que he escrito este y no otro relato en primer lugar es que me pareció más sencillo llevarlo a buen puerto, mientras que otros, que llevan en mi imaginación algo, o mucho, más tiempo, me hubieran supuesto dificultades significativas.

Proceso: Me considero un improvisador a la hora de escribir, es una condición que, junto con otras tantas tanto positivas como negativas, proviene de mi condición de poeta escritor de prosa. Partiendo de un esquema sencillo y un pequeño puñado de personajes relativamente bien definidos y con los que me siento cómodo y seguro y dejo que ellos decidan qué quieren hacer. Obviamente hace falta tener claros algunos “puntos de control” cosas que quieres que pasen y direcciones que quieres que siga la historia, pero incluso esos puntos provienen de los propios personajes y su personalidad. Por expresarlo de forma compacta, el proceso que suelo seguir es el de primero tener claros unos personaje, definidos en una serie de escenas que pueden terminar formando, o no, parte de la historia, y a partir de estos personajes generar una historia en la que puedan moverse de manera acertada.
En este caso concreto el personaje del que partía era el de Héctor, el resto de personajes son añadidos sobre la marcha por diferentes motivos y naciendo más o menos de la nada, dependiendo del caso. La trama de partida era la de una estación que es atacada, un puesto menor en cualquier caso, al que Héctor está destinado. Además de esto también decidí a priori que se organizara la batalla a partir de varias trincheras, aunque en un origen pensé en algo más pausado, la propia dinámica de la historia impuso enfrentamientos algo más cortos y movidos. El punto de transición en este sentido es el despliegue de las trincheras en el primer puesto en el que lucha Héctor, dónde, aunque presento un escenario en el que el enfrentamiento podría alargarse considerablemente, el mismo se salda relativamente rápido. También el hecho de que los protagonistas serían capturados en el puesto de control, el final original, desechado después, y el hecho de que Héctor e Ílidan se conocerían estaba fijado de antemano.
Por lo demás, todo fue meditado a medida que se escribía. Quiero decir, no obstante, que este no es el sistema ni más sencillo ni que menos trabajo comporta. Las escenas, con el matiz de los diálogos, que no requieren, en mi caso al menos, demasiado trabajo, deben ser revisadas tras ser escritas y todo el relato compuesto de manera mucho más lenta.

Por generación espontánea (Personajes): Cómo ya dije en el apartado anterior, muchos de los personajes de este relato nacen de la necesidad del momento de tener un personaje para una función concreta. Ekaterina es el único personaje con proyección más allá del relato, ya que, si bien lo cree en el momento en que Héctor entra en el puesto de mando, como nuevo general que introduce cambios en la base, el adiestrador, de Héctor es un personaje que, aún sin definir, ya estaba en el aire en la trama general de la historia. No voy a hacer spoiler de mí mismo pero digamos que los acontecimientos de otros capítulos de la saga exigen a un personaje para llenar ese hueco, aún si no estaba definido en absoluto.
Evans es, sin embargo, un personaje nacido enteramente de la nada. En el momento en que Héctor estaba haciendo la patrulla decidí darle una conversación con alguien básicamente por que no soy fan de los soliloquios y por que, de lo contrario, Héctor iba a pasar toda la historia completamente solo, y tampoco eso me gustaba. Toda su personalidad se obtiene por contraposición a la de Héctor, el amor hacia la familia de uno, el odio del otro, la experiencia en combate y la inexperiencia, etc. Evans está en la historia para darle  a Héctor un contrapunto, un espejo en el que verse por contraposición, de este modo la personalidad de Héctor queda en relieve y algo más definida. Por así decirlo cuanta más luz hay más claras y recortadas quedan las sombras. El resto de personajes, Velasco, el oficial del final del relato, y la pequeña comparsa de soldados que podemos ver correteando por los pasillos de la base son más claramente fruto de la necesidad del momento, y sus personalidades responden, básicamente a estereotipos bien conocidos y que resultan útiles en momentos determinados.

Perdidos en la noche de los tiempos (Personajes): Únicamente un personaje se halla en esta categoría de personajes que no llegaron a existir. Este pobre hombre es el hacker que veíamos en Punta de Lanza. Durante las primeras fases de la gestación de la historia estuve tanteando la posibilidad de que colaborara con las fuerzas invasoras en la conquista de la base. Dicha idea fue desechada por las complicaciones argumentales que presentaba. No habiendo en la historia ningún informático experimentado, la presencia de este sujeto sólo añadía más diferencia de fuerza entre los bandos, cosa que, teniendo en cuenta la ya aplastante victoria por parte de los invasores, no tenía sentido. Como reminiscencia de este personaje, queda el hecho de que se corten los cables de los ascensores, precaución originariamente pensada contra el hacker, pero que mantuve sin ningún motivo de particular.

Por generación espontánea (Escenas): La muerte de Evans tiene para mí una especial consideración en esta sección debido a que es cómo es por una casualidad. Si bien la muerte de Evans se hace necesaria en primer lugar porque como personaje creado para este relato no tiene sentido sacarlo fuera, pues habría que buscarle un papel en la trama, y en segundo porque sin su muerte, toda la escena de las ejecuciones de los prisioneros pierde gran parte de su fuerza emocional. Aún con todo lo que hace especial para mí esta escena, es que el hecho de que Evans lleve la fotografía de su familia pegada sobre el uniforme no lo escribí con este fin, simplemente me pareció un detalle gracioso en el momento en que se encontraban Héctor y él. Es uno de esos casos en que las cosas salen de una manera por casualidad, en que una pequeña serie de cosas encajan por sí mismas para darte una escena.

La escena en la que el oficial se pone cariñoso, por decirlo de alguna forma, también nació de manera espontánea, habiendo desechado la primera escena final, necesitaba otra escena en la que matar al oficial, y que tuviera una cierta fuerza emocional. En un momento determinado se me ocurrió todo el asunto de Ekaterina siendo cortejada de manera algo agresiva por el oficial. No preguntéis por qué fue eso lo primero que me vino a la mente cuando me puse a pensar sobre el tema. Yo mismo no lo sé.

(Sigue aquí…)


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