Siento el retraso con este post, normalmente publico a las siete de la mañana, pero he estado desbordado con trabajo de la universidad, y entre esas preocupaciones y que ayer salí y volví más tarde de la cuenta, no caí hasta esta mañana y no he podido ponerme hasta ahora. Aún así espero que os guste. (1 página)
Historia: Este poema lo escribí a raíz de un sueño que tuve, en el que soñé que besaba a “mi” rosa, y como quedé bastante impactado, pues escribí el poema que leíamos ayer. Fue una escena tierna y dulce así que borrad esa sonrisa de pervertidos de vuestras caras. Y lo cierto es que esa es toda la historia tras el poema, sólo un sueño absurdo y estúpido, claro que ¿qué sería de la poesía sin ellos?
Nacimiento: Mucho me temo que no hay, o no recuerdo que haya, mayor complicación en el nacimiento del poema que el detallar, de manera bastante cronológica, las sensaciones y pensamientos que el acontecimiento en cuestión me produjo. Es curioso como, al enfrentarme a la autopsia de los poemas clásicos como este, me doy cuenta de hasta qué punto desaparece lo banal y lo anecdótico del recuerdo, para dejar lugar solamente a aquello trascendental, la esencia de la historia y los sentimientos vividos.
Destacar simplemente que todas las escenas descritas fueron soñadas tal cual se describen, y que en ningún caso hay sesgos o cosas añadidas a posteriori. Era mi principal interés preservar la escena lo más intacta posible
Curiosidades: Sobre el último verso decir que es mucho más literal que figurado, pues recuerdo que mientras escribía el poema tuve auténticos problemas porque quería evitar la dichosa frase, en realidad el dichoso sintagma nominal, y terminé por ser incapaz.
Siempre tengo el dilema moral de llamar a “mi” rosa en minúscula o en mayúscula, y lo mismo me sucede con el resto de apodos florales. Sé que técnicamente siendo un nombre propio debería ir en mayúscula, y ese criterio se impuso en un primer momento, pero al final ha triunfado la minúscula por mi costumbre de usar expresiones tipo la rosa de cristal encantada en las que no se pretende destacar que se trata de una persona, si no que se pretende centrar la importancia en la imagen metafórica descrita. En este caso, y en algunos otros, se habla de la Rosa, para destacar que se habla de la persona, concretamente y para ser más precisos de la persona en su cuerpo, no sólo de la persona como ente abstracto o poético.
Y hasta aquí la breve autopsia al borde del atardecer. Espero que la hayáis disfrutado más de lo que disfrutaré yo con la reseña con la que me dispongo a entablar batalla. Tened una buena semana de mi parte.