Este poema resultó ser algo más complejo y elaborado de lo que en un primer momento yo mismo tenía en mente por lo que ha terminado por dar lugar a una autopsia algo más consistente que las últimas. Ello me hace feliz y os da mucho que leer a vosotros, cosa que no sé si os hace felices… pero me da igual. Disfrutadla en la medida de lo posible (2 páginas)
Historia: La historia como ya avanzaba ayer es la de un beso robado, un amor teóricamente no correspondido (hay muchas opiniones muy dispares al respecto pero eso no viene a cuento ahora mismo) y una noche de principios de invierno. El hecho es este, prefiero no entrar a dar mayores detalles biográficos de la chica en cuestión, más que nada por ahorrarme los más que probables problemas que podrían derivar de ello. En todo caso la chica me gustaba, la besé, y ella, en lugar de rechazarme o devolverme el beso sonrió sin mover ni un ápice de su ser. Me pareció una reacción cuanto menos curiosa, y por supuesto, merecedora de un poema. Por lo demás la relación continuó exactamente igual que el minuto anterior. Ni grandes revelaciones de amor prohibido, ni grandes rechazos, como suele decir mi colaborador Monti, la realidad suele ser más prosaica que la ficción, o como en este caso, las pajas mentales que nos podamos organizar. Como detalle curioso, pese a que toda la escena tuvo lugar hace ya un tiempo considerable, comencé a escribir el poema el pasado domingo, y lo terminé el martes de esta misma semana. No dejes para mañana lo que puedas hacer en dos meses.
Nacimiento: La imagen original de la que partí, si bien no aparece explícitamente en el poema, es la del título, una sonrisa clavada en el alma. Esta idea terminó por transformarse en el relámpago almibarado del poema. A partir de ahí el variado elenco de objetos afilados que aparecen a lo largo y ancho del poema no son sino diversas manifestaciones de esta misma idea original. También se puede apreciar, aunque no era mi intención en un primer momento el incluir la idea, una cierta dualidad entre la sinceridad de la reacción espontánea den el momento y las palabras de la fémina (le estoy cogiendo cariño a esta palabra) a la que se dirige el poema y sus palabras, que van en un sentido diametralmente opuesto. A esto hay que sumarle por supuesto una pizca de sufrimiento por el amor negado y el habitual glaseado de cinismo para tener como resultado el poema con el que ayer nos deleitábamos. La iconografía no tiene una complejidad mayor, si bien algunos recursos si requieren de explicación no son elementos clásicos de mi poesía, por lo que los considero curiosidades.