Bernina Kulm I

Y por fin, tras unas largas «vacaciones» en las que he tenido exámenes, algunas notas, e incluso me he visto obligado a estudiar, estoy de vuelta. Hoy os traigo la primera de las muchas entregas de este relato de la saga de Héctor. Espero que os guste. Algunos me dijisteis que no sabíais muy bien como integrar este relato con el resto de historias de Héctor de modo que podéis hacer [Click aquí para ver el vídeo sobre los antecedentes y el contexto de la historia]

Bernina Kulm

El E.S.S. Rosalyn era una fragata de línea menor, no obstante había sido la primera en dejar atracar en su interior a los cargueros y las pequeñas naves de pasajeros que habían abandonado la Tierra cargadas de refugiados y sin la autonomía de vuelo necesaria como para llegar a ninguna parte, y con los puertos interplanetarios cerrados, se contaban por docenas. El hangar del Rosalyn estaba a rebosar de naves y de refugiados hacinados en los compartimentos de almacenaje de cazas. Muchos de ellos tenían sed,la inmensa mayoría hambre y todos sin excepción se preguntaban cuántos de sus seres queridos estarían muertos, tirados en una cuneta quizás, o flotando exánimes en la inmensidad del espacio.

En su despacho–habitación, La comandante Ekaterina Sledgovna Alexeyeva, oficial al mando del Rosalyn estaba inmersa en un huracán de llamadas, las últimas horas habían sido una vorágine de peticiones, quejas e insultos. Debido a un inesperado malentendido era el blanco de todas las miradas y a menos que manejara la situación con destreza, iba a estar en todos los puntos de mira.
–¿Me has hecho llamar?– saludó Héctor entrando en la habitación.
–Tengo trabajo para ti– respondió Ekaterina tendiéndole un dossier.
–Son sólo un par de coordenadas– dijo Héctor arqueando una ceja.
–La situación es la siguiente: He estado en contacto con el gobierno de Marte, y aunque no se puede decir que haya habido negociaciones, si han dejado clara su posición.
–¿El gobierno de Marte?– Héctor se rascó la cabeza.
–La avalancha de refugiados de la Tierra les ha dejado al borde del colapso. No es que quieran echarlos, a fin de cuentas la mayor parte de los refugiados son familiares de los votantes marcianos. El problema es que, aunque su industria podría construir un nuevo hábitat en cuestión de pocos meses, no disponen de los fondos para importar los materiales necesarios. Por otro lado el hacinamiento y la falta de agua amenazan con llevar a una crisis higiénico–sanitaria…–
–¿Dónde entro yo?– la interrumpió Héctor
–Tienes que entender que…–
–Necesitamos suministros y apoyo logístico y a cambio quieren dinero y asistencia sanitaria o nos dejan flotando en el espacio–
–En realidad la situación es más compleja…
–Sí, sí, política, me conformo con entender mi pieza del puzle–
–Dinero– dijo la coronel Alexeyeva señalando una de las coordenadas del dossier. –Médicos– añadió señalando la otra.
–Ahora nos entendemos– Héctor Celaya tomó el papel y lo guardó en uno de los bolsillos de su uniforme.
–Eres odioso–
–Siempre puedes mandar a otro–
–Eres mi hombre de confianza– dijo Ekaterina sonriendo.
–Prefiero no saber qué significa confianza en política– respondió Héctor de camino a la puerta
–La misión es importante y estrictamente confidencial, pero vuelve de una pieza ¿quieres?–
–Con mi escudo o sobre mi escudo– se despidió Héctor cerrando la puerta.
–Idiota– Volvió a sonreír ella.
El comunicador sonó de nuevo, devolviendo a la coronel Ekaterina Sledgovna Alexeyeva a su lugar bajo los focos. Durante las siguientes horas se convertiría en la estrella, la artífice de la unificación de la flota, la salvadora de los refugiados, en una de las figuras clave de la guerra del año cero. Pero para eso aún faltaban horas. En aquel momento lo importante era saber qué estaba pasando entre bambalinas, qué naves le serían leales, cuales debía comprar, y a quién mantener en el punto de mira. Ekaterina sabía que la diferencia entre el ajedrez y la historia, es que en la historia lo más importante es cómo están colocadas las piezas antes de empezar la partida.

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