Resurrección II

Segunda parte del relato. Esta vez se lo dedico a la leona, porque sé que la escena final no  le gustaría… soy así. La entrega de hoy es algo más corta que la anterior aunque tenga el mismo número de páginas. Espero que os resulte ameno. (2 páginas)

-Aquí cabo 8857E44 a soldado 3012E34, cambio- Oí por el comunicador, era una comunicación privada.
-Buenas tardes Evans, aquí Celaya ¿Qué necesitas?- Respondí.
-Estoy haciendo la ronda, he visto en el tablón que tú también y me aburro-
-No tienes remedio Charles, estamos en la luna, navegando entre las estrellas a miles de kilómetros de nuestras casas, en el espacio infinito- Charles Evans era un soldado algo mayor que yo de un pueblecito al sur de Glasgow, era una de las pocas personas con las que había llegado a trabar cierta amistad en el tiempo que llevaba en aquel lugar.
-Cuando pongan ventanas te daré la razón- espetó. –Por lo que se ve en estos pasillos metálicos sin fin bien podríamos estar bajo el Louvre- añadió en tono de broma.
-Nah… ya nos hubiéramos encontrado con algún resto perdido de su exposición de egiptología- ambos reímos. –De todos modos estoy de acuerdo contigo en que podrían haber puesto ventanas en alguna parte… sólo de pensar las vistas que nos estamos perdiendo- ambos suspiramos y nos quedamos en silencio unos segundos.
-De todos modos la única vista que me importa es la de mi familia- prosiguió Evans.
-La semana que viene te vas para allí ¿no? Las pequeñas estarán enormes-
-Sí, son las mejores- contestó henchido de orgullo paternal.
-Vaya un padrazo estás hecho- me burlé yo. Evans era de aquellos extraños y algo irritantes sujetos que van con fotos de los suyos encima y además se asegura de que todo el mundo las vea pero por lo demás era alguien agradable.
-Hay que tener algo por lo que volver chico, es lo único que hace que estar aquí durante meses valga la pena- dijo con determinación. -¿No te espera nada en la tierra?-
-Ni siquiera voy a coger el próximo permiso, esto es mi vida, me alisté para no estar en la tierra padrazo ¿Qué sentido tendría volver?- Evans rió.
-Si alguien se cruza con Renardeau decidle que se ponga en contacto con el mando antes de que la comandante se de cuenta y esté en problemas- sonó por el canal general.
-Roger- contesté. –Aquí delta 4, soldado Renardeau incontactable, número desconocido, corto- comuniqué inmediatamente a Ekaterina por el canal privado.
-Ese estúpido hará que nos peguen otra charla sobre la importancia de hacer los informes por radio durante las patrullas- se quejó Evans.
-Soldado 7451E33 contacte inmediatamente con el mando- Sonó por megafonía.
-Demasiado tarde…- dijo Evans. –Deltas 2 y 4 ya que estáis de cháchara id a comprobar el sector 73- se oyó en la voz de Ekaterina por el canal por el que hablábamos.
-Roger- contestó Evans. –Ascensor 15 soldado ¡Corre!- ordenó a continuación.
-¡Sí señor!- respondí sin acabar de entender nada.
-A todas las unidades, permanezcan atentos a cualquier cosa fuera de lo común e informen al menor percance, posible incursión en proceso. Cambio a frecuencia segura doce e informen- oí por el canal general en una comunicación cifrada.
-3012E34 a la escucha- comuniqué tras cambiar la frecuencia. Corrí por los pasillos y llegué al ascensor en cuestión de segundos. Allí Evans me esperaba, con las gafas y la máscara antigás sobre su cara y una foto de su familia sobre el pecho, pegada con una cruz de celo. Le hice un saludo y me quedé a su lado.
-Vaya pinta, si no llega a ser por la foto ni te reconozco- me burlé.
-Siempre en Babia ¿cómo te escogieron delta?- preguntó Evans llamando al ascensor.
-Por enchufe supongo, Ekaterina fue mi adiestradora ¿y a ti?-
-Dos años aquí, un historial limpio, y mujer e hijos en la tierra, digamos que si me diera por hacer de topo lo pagaría caro- Evans se colocó en posición frente al ascensor cuando esté pasó por el piso inferior. Con la rodilla derecha hincada en el suelo apuntando directamente al ascensor. Yo me lo quedé mirando atónito, de pie, con el rifle cogido con una sola mano. Del ascensor bajaron dos técnicos que quedaron aterrados al encontrarse encañonados. Evans se levantó y se apartó para dejarles salir y se metió en el ascensor sin dejar de apuntarles. Yo por mi parte contemplé toda la escena sin moverme ni salir de mi estupor, cuando Evans estuvo dentro del ascensor apuntando al pasillo, rodilla de nuevo en el suelo, me metí en el mismo y, tras desearles buenas tardes a los técnicos, pulsé el botón y las puertas se cerraron.
-Deduzco de tu actitud que es la primera vez que entras en combate- me escupió Evans.
-¿Combate? Sí… supongo que sí ¿Tú has estado?- Evans se había levantado.
-Uno no llega a cabo patrullando esta guardería chico- se mofó Evans. –Intentaré cuidar de ti, pero tienes que estar alerta, y ¡por Dios! Ponte el equipo soldado-
-Tranquilo, estoy entrenado cabo- respondí marcando la palabra “cabo” con cierta sorna mientras me colocaba las gafas y la máscara. –En el peor de los casos serán cuatro piratas, podremos con ellos-  Evans rió por lo bajo antes de que las puertas se abrieran.
En el sector 37 todo parecía enteramente normal, los pocos transeúntes nos miraban entre asustados y confundidos, mientras ejecutábamos las maniobras de avance y cobertura por los pasillos. Se había movilizado a todo el personal de seguridad, y estaba ahora armado y a la espera de órdenes en el centro de mando o de camino a reforzar las patrullas ordinarias. La población civil no había sido informada de nada.

(Sigue aquí…)


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