Una ventana al paraíso

Este lunes he decidido traeros uno de mis poemas clásicos, quizás algo antiguos también, pero que al verlo en mi ordenador me ha despertado una sonrisa. Es una humilde oda, si una oda fuera arrogante perdería mucho, a la princesa sin flor. Disfrutadla. (1 página)

Una ventana al paraíso

Sentado bajo una higuera
Me crucé a una musa
Vagando por los yermos jardines de Atenea.

Pasó flotando una musa,
Pasó flotando, con su piel medio tostada,
Pasó flotando, gestos delicados,
Melena entre rojiza y castaña,
Pasó caprichosamente, sin motivo ni excusa,
Pasó flotando.

Por nacarada túnica llevara
Liviana vestimenta urbana,
Apagadas ropas ocres
Y una bella clámide de rosado escote.

Y a través del costado
Un holgado resquicio,
Un sostén bordado
Y un ápice de paraíso.

Y pasó junto a mí sin vislumbrarme siquiera,
Sin verme ni apreciarme, ni prestarme atención alguna,
Ensimismada en sus asuntos, en sus ideas desnudas,
En sus encantos de rosa embrujos de hiedra,
Memorias de tiempos venideros y niebla,
Intuición de amor y abandono refractadas en la luna.

¿Qué decir del sentimiento?
¿Qué? de aquel bordado,
Aquellos senos insinuados
En aquel instante eterno,
¿Pudiera haberlo soñado?

Could be (Pudiera ser)

Tumbose sobre el verde césped de madera
De cuanto debía de ser un pupitre
En pos de algún objeto, algún enser imprescindible,
Y de mi servidumbre imperecedera.

Y hete aquí como, por un fugaz instante
Ojeé por un rincón, un pequeño resquicio,
La humilde y dulce pradera palpitante
Que guarda la entrada a un personal, y quizás algo perverso paraíso.

(29/10/09)


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *